No fue fácil el regreso a casa. Los sentimientos eran opuestos. Querías y no querías. Tenías ganas de reencontrarte con la gente de siempre, con tus cosas, con las actividades diarias y rutinarias que para ti no lo son. Pero también querías quedarte. Los días vividos habían sido inolvidables, te habías sentido feliz de vivir una situación que deseabas y que habías soñado tantas y tantas veces. Además no te lo puso fácil, ¿verdad? Pero tú ya lo sabías. Sabías que por tu parte harías aquella cara alegre para intentar hacer que la despedida no fuera un trance amargo. Pero también sabías que por su parte no sería así. Te torturó largo rato con el silencio. Te torturó largo rato negándote aquella mirada que te traspasa hasta llegar a los rincones más íntimos de tu espíritu. Te torturó sin regalarte su sonrisa llena de vida... Te torturó con aquel “no quiero” pronunciado segundos antes de atravesar la maldita puerta que os alejaría de nuevo miles de kilómetros...
No, definitivamente no fue fácil regresar. Y ahora... Ahora deseas ir a su encuentro. Vuelvo a soñar su sonrisa, su mirada, sus caricias, sus besos... Vuelvo a soñar contigo.
26 de abril de 2007
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