lunes, 12 de marzo de 2007

Los chicos del coro


Arriiiiii


¡¡¡18 años!!!


¡¡¡FELICIDADES XAVI!!!

Escenario

El escenario está vacío. Todo está oscuro y frío. Parece que la vida haya pasado de largo dejando este espacio huérfano y solitario. Unas voces lejanas llegan como una hebra de esperanza, como un aire renovador que intenta poner en marcha de nuevo la vieja maquinaria del teatro. De golpe las luces se encienden, poco a poco, una tras de otra y ahora vacío y oscuridad son color. Las voces se acercan hasta formar parte del propio escenario y, ahora sí, la vida ocupa cada milímetro. Empieza la función. Los actores se olvidan de si mismos, se transforman y, con luces, decorado y vestuario, congelan el presente para llevar al espectador, que abre ahora todos sus sentidos, hasta cualquier lugar dónde la imaginación del autor ha sido capaz de llegar. La función será un éxito, seguro. Siempre lo es porque es capaz de crear vida en la oscuridad y el frío. Finalmente las luces se apagarán de nuevo, las voces desaparecerán y se bajará el telón. Y mañana, como por arte de magia, habrá una nueva función.

Cincuenta y dos semanas, un año

Pip-pip... Pip-pip...

Abres los ojos.
Oscuridad rota por un pequeño rayo de luz.
Silencio.
Quizás el rumor del viento.
La persiana se levanta.
El sol.
La luz.
El día.
Los ojos se fijan en el horizonte.
Recuerdos.
La noche pasada.
Furtivo en la oscuridad.
Un objetivo.
Claro.
Vigilas.
Buscas.
Encuentras.
Está entre las manos.
Observas.
Tocas.
Hueles.
Ojos que se cierran.
Sonrisa en los labios.
Respiración profunda.
¡Es tuyo!
¡Sólo tuyo!
Cincuenta y dos semanas, un año.
Mucho tiempo esperando.
Y al fin es tuyo.
¿Quizás un sueño?
¡No!
Realidad.
Comprobación inmediata.
Lo sientes sobre la piel.
Bien ajustado.
Es real.
Es tuyo.
Está contigo.
Está en ti..

24 de febrero de 2007

Hoy vuelve a llover sobre el mar

Hoy vuelve a llover sobre el mar. Como aquella vez, ¿recuerdas? Hoy mis pies me han llevado de nuevo hasta el mar. Como aquella vez. Pero entonces me sentía indiferente. Ni angustiado, ni contento, ni enamorado. Simplemente indiferente. Siento el olor tan característico del agua de mar (este olor me sigue transportando a otra dimensión...) Veo el horizonte como se dibuja ante mis ojos. Parece todo como aquella vez. Con la mirada clavada en este horizonte llego hasta el límite que me permite mantener los pies en tierra firme. ¿Tierra firme? ¡Nada de eso! Las olas que rompen ante mí me pillan, me rodean, suben por mis pantalones hasta llegar a las rodillas. Siento la humedad en los pies prisioneros de los zapatos (quizás los deberé tirar después de esto). ¡Soy feliz!
Levanto la cabeza al cielo y dejo que el agua que baja desde las nubes cubra mi rostro. Y el hechizo, como aquella vez, ha obrado el milagro de nuevo.
Hoy vuelve a llover sobre el mar y la felicidad arraiga profundamente en mi espíritu.

20 de febrero de 2007

Pascua 2004

Monasterio de Les Avellanes


He encontrado este escrito que elaboré tras la Pascua del 2004, celebrada en el Monasterio de Les Avellanes. Es el relato de una experiencia vivida que me marcó muy profundamente. Seguro que habrá quien pensará que es una tontería. Respeto su opinión y sólo deseo que ellos respeten mi pensamiento y mis creencias.








Soy actor. Cuando estás sobre el escenario representando un papel, eres tú quien controla la situación. Es el actor quien mueve los hilos del personaje. No puedes permitir que los sentimientos del individuo que representas pasen por encima de los tuyos. Es una cuestión de supervivencia: terminarías loco si cada vez que actúas te desprendieras de ti mismo y la personalidad del personaje te controlara a ti.

Monasterio de Las Avellanas. Pascua de 2004. Viernes Santo. Lectura de la Pasión de Jesús de Natzaret. Yo, el actor, represento a Jesús. Soy yo quien controla al personaje: sus movimientos, sus gestos, sus miradas, las palabras, la intención con que son dichas esas palabras... Con plena conciencia llevo a mi personaje por donde deseo. Lo modelo a mi gusto, al gusto del espectador.

“Aquí tenéis al hombre...” Las palabras de Poncio Pilato son la clave para avanzar hasta el centro de la nave. Una voz sigue narrando, mientras otras de entre el público empiezan a murmurar una palabra que poco a poco se convierte en un clamor: “¡crucifícalo!” Forma parte del guión... Un vacío inesperado se apodera de mi. Miro a mi alrededor y no veo nada. Solo siento voces. “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” Se clavan en lo más profundo de mi ser... Yo, Jesús de Natzaret, me siento vulnerable, traicionado, ultrajado, abandonado... Y yo, el actor, vacío y frío... terriblemente solo!

La representación continua, pero ahora todo es pura inercia. No soy yo quien tiene el control. Es una fuerza inexplicable... Me siento instrumento para comunicar un mensaje. Me dejo llevar por... ¿Él?

Todo ha terminado. La cruz está en el centro de la nave y Jesús de Natzaret está allí, inerte. Y yo, el actor, quedo en un rincón absorto en mis pensamientos, intentando asimilar la experiencia vivida, intentando encontrar respuesta a todas las preguntas que asaltan ahora mi mente.

Es difícil encontrar respuestas. Es difícil encontrar una explicación. O quizás la respuesta es sencilla y única: he sido OKUPADO POR EL CRISTO.


(Nota: el lema de la Pascua 2004 fue "Okupados por el Cristo")

Una fuerza desconocida me empuja

Camino. Como siempre. Una fuerza desconocida, ¿quizás Dios?, me empuja a hacerlo. Sigo el camino. El camino me aleja y a la vez me acerca. El sol me calienta, es agradable sentirlo encima la piel. Hace algo de viento. Es fresco. Contrarresta el calor del sol. La naturaleza me rodea. La observo. A más que miras, más colores surgen de cada rincón. Los colores me rodean. Se apoderan de mí. Soy parte de ellos. Soy parte de la naturaleza. Sigo andando en medio de verdes, marrones, azules... Las piedras me atraen, me llaman. Me paro. Tomo una entre las manos. Siento su forma en mis dedos. La huelo. Tiene aroma de tierra. De tierra húmeda. Me siento parte de ella, soy parte de la tierra. Reemprendo el camino. Hace subida y cuesta. La respiración se acelera. El andar es más lento. Llego al final de la subida. Las ruinas de una casa me llaman a explorarlas. Entro y me muevo en medio de piedras caídas y de vigas de madera malogradas por la carcoma. ¿Qué secretos esconden? ¿De qué son testigos? Escucho atentamente. El viento, que sigue soplando, parece traer la respuesta: son testigo del pasado. Pero este pasado se hace presente en cada piedra para perdurar en el tiempo. Dejo las ruinas y el camino me lleva hasta un cruce. Debo decidir: izquierda o derecha. Pero hay una tercera opción que es volver atrás. Miro a una banda, miro a la otra, me giro y echo una ojeada al camino recorrido. Vuelvo. Esta es la opción. Por la misma senda que ahora no es la misma. Ahora tengo el sol de cara y el viento sopla a mi favor. Veo otros colores, otras piedras, una naturaleza nueva observada con unos ojos diferentes porque ahora tienen la experiencia vivida unos cuántos minutos antes. Es el mismo camino y a la vez diferente. Y además del viento, me empuja un objetivo que antes no tenía: al final del camino encontraré mi casa y a mis hermanos. Y cuando mañana salga de nuevo a andar lo haré con la convicción de que siempre tendré un lugar dónde regresar.

11 de febrero de 2007

Como tantas otras veces


Ilustración de Estanis Aboal


Como tantas otras veces, el sueño se repite: el muchacho de tersa piel, sonrisa seductora y mirada profunda se acerca lentamente hacia mí. Como siempre viste únicamente una pequeña pieza de ropa, ajustada, que tan solo cubre la intimidad del muchacho y que hace volar la imaginación del espectador que intuye el secreto que esconde. En su cuello, una fina cadena de plata que realza su belleza… Pero hoy el sueño es especial. Sí, porque hoy el bello muchacho tiene una piel tersa y conocida: la tuya… Su sonrisa seductora se dibuja en unos labios conocidos: los tuyos… Su mirada penetrante sale de unos ojos conocidos: los tuyos… Hoy el muchacho de la fina cadena al cuello es alguien conocido: tú. Y la emoción invade a este loco soñador que pide ansioso una y otra vez que hoy, especialmente hoy, ese sueño sea pronto una realidad.

Cuando el pasado retorna

Cuando el pasado retorna...

¿El pasado? Imposible. Nunca vuelve el pasado. El sol aparece día a día en el horizonte e ilumina la vida con sus rayos. ¿Es eso el pasado que retorna? ¡No! Cada madrugada es diferente de la anterior. Te enamoras, sientes aquella emoción especial en el estómago, no dejas de pensar en aquella persona, como te ha pasado otras veces. ¿Es también esto el pasado que retorna? ¡Tampoco! Porque no hay dos amores iguales, son únicos e irrepetibles. Y ahora vives una situación que ya habías vivido. El pasado que retorna ¿verdad? No es así, aunque te lo parezca. Porque ahora tienes la experiencia de aquella primera vez y por lo tanto ya no es igual que entonces. Ahora es un nuevo presente que se ha de afrontar con una nueva personalidad. Porque tú tampoco eres quien eras en aquel pasado.

6 de febrero de 2007

¡No te bajes los pantalones!

Música suave.
La mesa preparada.
Dos velas encima.
Otras muchas distribuidas por el espacio.
Para ambientar.
Incienso que aromatiza.
Canela.
El timbre suena.
Tú.
Miradas, sonrisas.
Comida ligera, postre, café.
Una chocolatina.
Sutiles caricias por debajo de la mesa.
¿Vamos al sofá?
Manos enlazadas.
Más caricias.
Palabras al oído.
Cuchicheos.
Manos que buscan.
Rincones inexplorados.
Pasión.
¡Espera!
¡No te bajes los pantalones!
Déjame que lo haga yo mismo.

31 de gener de 2007

¿Qué harías si no tuvieras miedo a nada?

¿Qué harías si no tuvieras miedo a nada?

Afrontar cualquier situación.
Pillar el toro por los cuernos.
Decir lo que pienso,
siempre.
Hacer “puenting”.
Enviar a quien ya sabes a la mierda.
Decirte que te amo.
Fuera las dudas.
Besarte.
Acariciar una serpiente.
Y tantas y tantas cosas que no digo...
por miedo.

¿No tener miedo a nada?
No soy capaz de imaginármelo,
el miedo siempre ha estado presente.
¿Tú sí?
¿Se puede vivir sin miedo?

No tener miedo a nada...

24 de enero de 2007

Una mirada, una palabra, una sonrisa

Una mirada, una palabra, una sonrisa.

Una mirada...
Los ojos cerrados.
Y cuando se abren...
se desvían,
huyen de otras miradas.

Una palabra...
Mudo.
No dices nada.
El silencio se puede cortar.

Una sonrisa...
Labios impasibles.
Inexpresivo total.
Una lágrima en el rostro.

Hoy no hay miradas,
ni palabras,
ni sonrisas.

Hoy te echo de menos.

17 de enero de 2007

Por tierras africanas

- Lo encontraré – se dijo a sí mismo. Aquel reto se convirtió en el objetivo número uno de su existencia. Nada le podría detener. Se prometió no desfallecer. Sacaría las fuerzas de dónde fuera y al final lo conseguiría. Después, viviría sólo para saborear el éxito de su aventura.

Y así fue que se puso en marcha. Hiciera lo que hiciera, fuese dónde fuese, estuviera con quien estuviera, siempre estaba atento. Nada no pasaba desapercibido a su mirada. Escrutaba todo su entorno. Se fijaba en las palabras de la gente que se cruzaba en su camino para extraer información. Una vez, viajando por tierras africanas, le pareció ver el final de la aventura. Tan sólo fue una falsa alarma. Un espejismo producido por el afán de poder abrazar la victoria.
Hoy, pasado el tiempo, sigue su búsqueda. Continúa observando y escuchando. No desfallece. Sigue adelante, siempre adelante. Y su alma conserva intacto el reto con el que se comprometió en un tiempo ya pasado.

10 de enero de 2007

Acaba uno, pero llega otro

Acaba uno, pero llega otro. Así que tranquilo, no te quedarás sin. Eso sí, esta vez no desaproveches la ocasión. Debes hacer todo el posible por conseguirlo. Luchar sin tregua. Buscar los recursos necesarios. No puedes permitir que se acabe otro sin llegar a la meta. ¡Tú puedes! ¡Seguro! Adelante pues. El mundo es tuyo, hoy, mañana, siempre. Sal decidido, con determinación, seguro de ti mismo. Sólo la plena confianza te llevará al final. Lo quieres, ¿verdad qué sí? Lo deseas, ¿cierto? ¡Hazlo pues!

Y si finalmente este también se termina y no lo has logrado, tranquilo, que llegará otro. Esta es la ventaja de ser humano: siempre puedes seguir soñando.

3 de enero de 2007

Cuando la voz se pierde

Di una palabra.
Di la palabra.
La palabra que quiero escuchar.
La palabra deseada.
Palabra mágica.
Palabra.
¡Habla!
¡Debo oírla!
¡Necesito escucharla!
Es vital....
como el agua.
¿La dices, por favor?

Silencio...
Cuando la voz se pierde...
no hay palabras,
no hay palabras.
Ni siquiera la palabra,
ni siquiera la palabra.

¿No puedes decirla?
¿No tienes voz?
Sonríe-me pues.
La palabra resonará,
igualmente,
en lo más profundo de mi ser

27 de diciembre de 2006

Llegado de lejos, se adentró en lo más profundo de las almas

Llegado de lejos, se adentró en lo más profundo de las almas. Su mirada era diferente. Sus gestos eran diferentes. Sus palabras eran diferentes. Y cautivaba. Te transportaban a otra dimensión. Eran... no sabría decir muy bien cómo eran. Pero no te dejaban indiferente y te hacían lanzar, sin poderlo evitarlo, a vivirlas. Las vivimos tanto cómo pudimos, con intensidad, con pasión, con deleite. Y tal y como llegó, se fue. Pero las palabras perduraron. Todavía hoy perduran. Y en el más profundo de las almas se mantiene el deseo de verle aparecer de nuevo algún día.

20 de diciembre de 2006

También piña, verduras y un kilo de patatas

El timbre suena insistentemente. No quieres abrir. Todavía no. Olvida que está sonando... Lalalalalala.... ¡Ya abro! Entra como una exhalación. Va directo a la nevera. ¡Pero si la tienes vacía! Habla, habla, habla. No deja de hacerlo. Pero no sé que dice. Prefiero no saberlo. De las bolsas que trae en las manos saca leche, yogures, zumo... También piña, verduras y un kilo de patatas. Tal y como ha llegado, se marcha. Cierro de nuevo con llave y regresa el silencio añorado. No sé porque ha venido, todavía me quedaba una naranja y un plátano.

13 de diciembre de 2006

Naranjas, limones y unos cuantos plátanos

Naranjas, limones y unos cuántos plátanos. ¿Suficiente para sobrevivir un par de días? ¿Quizás tres? Seguro que sí. Y si persistía la inapetencia de las últimas semanas podría todavía aguantar más tiempo sin salir a la calle. Hoy por hoy era una necesidad vital dejar de existir para los demás, ser habitante solitario de su mundo personal. Mirar durante un tiempo hacia dentro para poner orden, para hacer limpieza, para volver a encontrarse. Tarea difícil esta, sobre todo cuando los otros son parte vital de ti mismo. Pero era necesario hacerlo. Era la única opción: cerrar con llave por dentro durante un tiempo para después poder salir de nuevo con la mente abierta a nuevas expectativas.

6 de diciembre de 2006

Cuando el objetivo es ganar

¡Adelante!
¡Siempre adelante!
No tengas miedo!
No mires atrás!
¡Confía en ti mismo!
¡Cierra los ojos y lánzate al vacío!
¡Siempre adelante!
Pisa a quien sea...
cuando el objetivo es ganar todo vale!
...

Debo ser un perdedor.


29 de noviembre de 2006

Al otro lado del océano

Tras revolver la ciudad, las montañas que la rodeaban y las playas que la bañaban sin éxito, decidió ir más allá. Visitó otras ciudades, pueblos, reinos. Recorrió bosques. Subió a la cumbre de todas y cada una de las montañas que se encontró. Interrogó a todo el mundo que se cruzaba en su camino. Gritó con todas sus fuerzas a los cuatro vientos la insistente pregunta: ¿dónde estás? Y por única respuesta, también insistente, su propia voz resonando por todos los rincones...
¿Dónde estás?

¿Dónde estás?

¿Dónde estás?

Agotado, detuvo su búsqueda y reflexionó. Evaluó la situación y sopesó la posibilidad de desistir. Pero esto no iba con él. Entonces se dijo: quizás está al otro lado del océano.

Se embarcó en un pequeño barco, izó las velas y tomó de nuevo rumbo a la aventura. La aventura de encontrar a alguien capaz de llenar el espacio que hasta ahora ocupaba la soledad.

24 de noviembre de 2006

Las hojas caídas por el camino forman un cojín al andar

Los árboles se levantan imponentes. Sus troncos dibujan un laberinto que acontece mágico con la penumbra del atardecer. Las hojas caídas por el camino del bosque forman un cojín al andar. Mis pies, cubiertos por las hojas, avanzan lentamente. Las hadas y los duendes me saludan. Un pequeño unicornio me adelanta al galope perseguido por un enano travieso. En un claro, Peter Pan juega al ajedrez con el Principito observados por Wendy con ademán de celos. Motivos tiene: las miradas de los chicos delatan sentimientos ocultos que quizás no lo son tanto si te fijas en el armario que está a su lado con las puertas bien abiertas. Más adelante, justo junto al río, la bruja mala negocia con la Blancanieves el convenio laboral de los Siete Enanos, que se entretienen cerrando el paso al Conejo Blanco de Alicia. A medida que avanzo van apareciendo más y más personajes: Pluto, Hércules, Campanilla y los Niños Perdidos, Chin Chan, Mary Poppins, Doraimon, ... Justo después de atravesar el río, un fuerte golpe en la cabeza me despierta y me saca “de golpe” del sueño. ¡Maldita piña! ¡Podrías haber caído en otra banda! Por lo menos, el golpe me recordará la fugaz fuga de la realidad.

18 de noviembre de 2006

Quiero huir y no me muevo

Todo está a punto: las cajas llenas y bien precintadas, los muebles dentro del camión, las maletas en la puerta y el corazón lleno de recuerdos. No es un adiós, pero qué difícil será regresar. muy difícil. Porque antes de poder volver debo poder marchar. No. Marchar no: ¡huir! ¡Quiero huir! Sí, pero quiero huir y ¡no me muevo! Sé que debo hacerlo pero las piernas, el espíritu no responde. Debo hacerlo. De nada sirve restar aquí si tú no estás. Y ya hace tiempo que no estás. Me he aferrado a los recuerdos, me he aferrado a todo aquello compartido, me he aferrado a los sueños que no se han hecho realidad, que no se harán realidad. Por esto sigo aquí. Sé que en el momento en que la puerta se cierre detrás mío ya no será posible regresar de nuevo. No será posible...

Pasaré la noche rodeado de cajas y maletas, soñaré de nuevo y quizás mañana podré atravesar la maldita puerta.

7 de novembre de 2006

Pintaron las paredes de amarillo

Como cuesta abrir la puerta cuando debes atravesarla para volver allí dónde no quieres volver. Fue tan fácil abrirla para salir... No puedes hacer nada. Se ha acabado, lo sabes. Por lo tanto más vale hacerlo rápido y pronto. Empujas fuerte y la puerta cede. Echas una ojeada a la otra banda. Está oscuro, pero ya lo sabías esto. Miras atrás, una última ojeada... Vuelves la mirada hacia la oscuridad, respiras profundamente y das el primer paso. Y el segundo y el tercero. Vuelves a estar en el punto de partida. Hace olor a cerrado. Sin mirar empujas la puerta de nuevo. El ruido de las bisagras enmohecidas resuena por todo. La claridad va desapareciendo lentamente en sincronía con la puerta que se cierra y tú... vuelves a estar solo. Recorres el espacio recuperando el pasado. Sigue siendo muy familiar, no has estado tanto tiempo fuera. Todo es gris. Sólo un pequeño rayo de luz que entra por el agujero de la cerradura da una pizca de color. Te acercas y miras. Miras atrás. Miras lo que tenías y ya no tienes. Vas hasta la cama y te dejas caer encima. Observas de nuevo a tu alrededor. Sigue siendo gris. Mientras tanto afuera, pintaron las paredes de amarillo.

1 de noviembre de 2006

Testigo silencioso

ODA A UN “CHUPETÓN”

Apareces en mi cuello,
morado en medio de rosado.
¿Cómo se puede disimular?
¿Maquillaje quizás?

Automáticamente:
¡interrogatorio de la gente!

- ¿Qué es esto? *
- No lo sé. ¿Me ha salido algo?
- ¿Cómo te lo has hecho? *
- Me debo haber dado un golpe...
- ¿Quién te lo ha hecho? *
- ¿Pero qué dices? ¡Me ha salido de golpe!

Y sea de golpe o de golpe,
allá sigue él,
testigo silencioso.

Una historia de amor.
Una noche de pasión.
¿Venganza?
Sueños de...
¿De quién?
Recuerdos de adolescencia.
¿Dónde están aquellos años?
Deseos, anhelos.
Quizás,
¿un golpe de suerte?

Y durante días persistes,
no te borras,
en el cuello sigues.

Recuerdo de una noche,
de una tarde
o de una mañana.
De un sofá,
una cama
o cualquier rincón.

Testigo silencioso.

* dicho en tono burlón y, evidentemente, con segundas intenciones...

19 de octubre de 2006

Llueve silenciosamente

No tienes prisa,
pero sí deseo.
Está cerca,
lo sabes.
Como tantas otras noches.
Duerme.
Velas...
Y esperas.
¿A qué?
Sientes la lluvia que pica contra los vidrios
de las ventanas.
El motor de la nevera se pone en marcha
de nuevo
durante pocos minutos que parecen muchos.
Los “crec-crec” de la madera de los muebles
hacen volar la imaginación.
Durante el día no los escuchas
pero por la noche se convierten en monstruos
que deambulan por toda la casa.
Se mueve, se gira.
Esperas.
Parece que ya no llueve.
Tienes la garganta seca.
Te levantas
y a oscuras vas a la cocina.
El agua parece darte nueva energía
para seguir.
Para seguir esperando.
Desde el umbral de la puerta
observas el cuerpo vagamente iluminado,
en la penumbra,
inmóvil.
Vuelves a la cama.
La noche es larga.
Duerme.
Velas...
El ruido de la lluvia
vuelve a hacerte compañía
mientras en tu corazón
llueve silenciosamente.

12 de octubre de 2006

¿Qué no ves que desafinas?

¿Qué no lo ves que desafinas? Como siempre estás fuera de lugar. De lugar y de juego. ¿Quieres abrir los ojos de una vez? Eres patético, ¿sabes? Siempre fuera de tono. Te deberías fijar algo más. Mira la partitura y lee. No es fácil hacerlo a vista, ya lo sé, pero al menos inténtalo. Verás qué melodía sale. Verás como es todo más fácil y sencillo. Va, ¡hazlo de una vez! ¿Preparado? ¡Eh! ¿Qué no me oyes? ¡Ya vuelves a hacer lo que quieres! ¡De-sa-fi-nas! ¿Pues sabes qué te digo? ¡Ahí te quedas!

5 de octubre de 2006

Hoy las gaviotas están tomando el sol sobre la arena de la playa desierta

Hoy las gaviotas están tomando el sol sobre la arena de la playa desierta. ¿Recuerdas cuando éramos nosotros los qué restábamos inmóviles encima de la arena ofreciendo nuestros cuerpos al sol? No había nadie más. Tú y yo. No teníamos nada y lo teníamos todo. Por unos instantes la playa era nuestra: la arena, el agua, el sol... y tú... y yo. Y si alguien osaba entrar en nuestro territorio pasaba totalmente desapercibido a los ojos, a los oídos, a cualquiera de los sentidos. Sin saberlo, en aquellos momentos sólo teníamos una cosa en el pensamiento: en mí, tú y en ti, yo. ¿Lo recuerdas? Quien nos lo hubiera dicho entonces. Mi mejor amigo... Tu mejor amigo... ¿Y recuerdas cuando fuimos conscientes? Fue como una película de terror, como si las gaviotas que compartían con nosotros la playa desierta se convirtieran de golpe en monstruos asesinos que querían destruirnos por tan grabe pecado. No hizo falta, ¿verdad? El miedo se encargó de alejarnos. Los prejuicios que nos rodeaban nos quitaron lo que teníamos: la arena, el agua, el sol... y tú... y yo.

28 de septiembre de 2006

No te hagas ilusiones

Una habitación.
Una cama ancha y confortable.
La noche.
Un cuerpo a tu lado.
Desnudo.
Ojos penetrantes.
Miradas que atraviesan el alma.
Por siempre jamás.
Tus dedos acariciando su piel.
Excitante... ¿erótico?
Unos labios que piden a gritos un beso.
Un beso.
Cuerpos que se mezclan.
Locura.
Noche eterna.
Reflejo de luna penetrando por la ventana.

¿Sueño o realidad?

No te hagas ilusiones:
¡no es la luz de la luna!
¡Es la farola de la calle!

21 de septiembre de 2006

El tiempo se alarga sin fin a la espera de nuevos sucesos

¿Y si no pasa nada? ¿Y si la rutina se apodera definitivamente de la existencia? El tiempo se alarga sin fin a la espera de nuevos sucesos. ¿Dónde están los sueños? Si no tienes sueños no se pueden hacer realidad. ¿Dónde está la esperanza? Si no hay esperanza difícilmente lograremos llegar a la cumbre. ¿Dónde está la ilusión? Si no hay, ¿qué podemos esperar? Sólo tiempo y más tiempo. Tiempo de espera. Esperar... ¡No quiero esperar! ¿Alguien me puede pasar algún sueño? ¿Alguien me contagia algo de esperanza, de ilusión? No quiero ser compañero inseparable del maldito tiempo de espera.

14 de septiembre de 2006

Hoy es jueves

Hoy es jueves
y volveré a ver tus ojos.
Hoy es jueves
y tu mirada
se cruzará con la mía.
Hoy es jueves
y tu sonrisa iluminará
todo lo que está a su alcance.
Hoy es jueves
y tu voz dejará sonar unas palabras
que ocuparán el eco
de las pronunciadas siete días antes.
Hoy es jueves
y te volveré a encontrar.
Hoy es jueves
y quizás mis dedos
podrán sentir tu piel.
Hoy es jueves
y volverás a marchar.
Hoy es jueves
y en siete días más
volverá a serlo de nuevo.

Hoy es jueves.

7 de septiembre de 2006

Desnúdate de una vez

Haz buena cara... Sonríe... Di lo que quieren oír... Haz lo que quieren que hagas... Sé cómo ellos quieren que seas... Pero... ¿y si hoy no estás de buen humor y no tienes ganas de sonreír? ¿O no quieres decir, ni hacer, ni ser como quieren los otros? Harás el esfuerzo, ¿verdad? Cerrarás los ojos, respirarás profundamente y al abrirlos de nuevo una bonita sonrisa aparecerá en tus labios y harás como siempre: ser como ellos quieren.

Qué lástima. Es tan gratificante ser uno mismo. Podrías intentarlo, vale la pena. Desnúdate y ven de una vez a este otro lado. Junto a los que decimos las cosas por su nombre, de los que sonreímos porque nos viene en ganas hacerlo. De los que somos nosotros mismos. Olvida los prejuicios, olvida lo que dirán. Se primero honesto contigo mismo para poderlo ser después con los otros. Se primero sincero contigo mismo para poderlo ser después con los otros. Se primero fiel contigo mismo para poderlo ser después con los otros.

¡Desnúdate de una vez!

24 de agosto de 2006

El cielo es más reluciente tras la lluvia

Los ojos siempre miran adelante. En todo momento, pese a las adversidades surgidas en ocasiones. La máxima es vivir al momento con la mirada puesta en el futuro. El pasado sólo es eso: pasado. Pasado y experiencia, sin duda.

Pero hoy, paseando en solitario por las montañas, bajo un cielo negro amenazador, protegido por tres capas de ropa para evitar el frío pese a estar en pleno verano, sin previo aviso y como si fuera una losa pesante, los años, el pasado cae sobre ti. Y te sientes como nunca te habías sentido: mayor. Ves el pasado y te imaginas el futuro: el mismo lugar, el mismo cielo, el mismo frío, año tras año. Y tú, siempre solo.
La lluvia hace acto de presencia y apresuradamente buscas refugio. ¿Porqué? ¿Porqué ahora? No importa. Quizás ha sido sólo un mal momento. Espera a mañana: el cielo es más reluciente tras la lluvia. Seguro que entonces mirarás de nuevo hacia adelante.

26 de agosto de 2006

La rosa da color con su rojo a la absurdidad del momento

¿Qué es lo que hace que hoy vuelva a este lugar? ¿Qué hace que deposite una rosa? Y ¿qué es lo que me hará regresar la semana próxima y la otra y la otra, para retirar la flor seca por el sol despiadado y sustituirla por otra que en pocas horas seguirá el destino de su predecesora? ¿Porque, si sé que ahí no está? ¿Si sé que no encontraré su sonrisa, ni sus palabras, ni las miradas? ¿Si sé que cuando salga de aquí él seguirá dónde ha estado desde el día que marchó? ¿Si sé que sigue dentro de mí? Es igual. Lo hago y no hace falta buscar explicaciones.
Y mientras retomo el camino de vuelta, sobre el blanco inmaculado de la tumba, la rosa da color con su rojo a la absurdidad del momento.
26 de agosto de 2006

El tiempo de aventura es ahora

¡Despierta! ¡Ponte en marcha! ¡El tiempo de la aventura es ahora! Aprovecha que hace sol o que llueve, que hace frío o calor. Disfruta ahora de la compañía o quizás de la soledad. Haz camino o detente. Escoge el destino más lejano o ve hasta la esquina. Sigue el camino más complicado o toma un atajo. Ríe o llora. Come y bebe en un gran banquete o haz dieta de verduritas. Ama todo lo que puedas, sobre todo a ti mismo. ¡Vive! Porque el tiempo de aventura es ahora, el tiempo de aventura es siempre.

25 de agosto de 2006

La adolescencia ataca sin piedad

La claridad invade poco a poco la habitación. El cuerpo, estirado sobre la cama, prisionero todavía de la noche, se agita ante la nueva realidad. Los músculos se estiran, los sentidos reaccionan, los mecanismos se ponen en marcha. La pereza ataca pero la inercia del deber, aprendido con el paso del tiempo, gana la batalla y el movimiento es un hecho.

El agua cae constante encima de cada músculo, la mente toma conciencia plena y los ojos ven de nuevo el mundo con claridad. Todo está a punto para empezar el día: obligaciones y responsabilidades llenan la agenda. Y tú, responsable y obligado, emprendes el camino de la nueva jornada.
¿Es esta tu verdadera existencia? ¡No! Detrás de la fachada de hombre maduro y equilibrado se esconde un espíritu que nunca te ha abandonado: dentro tuyo habita todavía aquel chico vivo, despierto y alocado que fuiste hace tantos años. Y cuando menos lo esperas, la adolescencia ataca sin piedad y te hace cometer las locuras que hacen que la vida sea la verdadera vida.


24 de agosto de 2006

Las palabras llegan con la noche

Como siempre, silencio. Tantas preguntas... y ninguna respuesta. Tantos gritos de auxilio y nadie dispuesto a acudir a socorrerte... Es entonces cuando se hace presente la soledad. Es entonces cuando te ves como único habitante de un mundo que parece darte la espalda. Es entonces cuando hasta los llamados amigos desaparecen del mapa. O eso es lo que a ti te parece. Porque quizás en realidad siguen a tu lado apoyándote pero tu estas tan obcecado en tus cosas que ni les ves. Quizás... no, seguro. Seguro que están porque los amigos nunca te dejan solo. ¿Por qué entonces no les ves? ¿Quizás porque las palabras llegan con la noche cuando todo es quietud y tranquilidad?

¿Cuándo tu ánimo será capaz de ver algo en medio de la oscuridad? ¿O es que la noche es refugio para los solitarios y sólo bajo el influjo de la luna somos capaces de ver el mundo en colores? La noche, refugio de los exiliados del día. El día, silencio de las palabras que llegan con la noche. La noche y el día. El día y la noche.
26 de julio de 2006

Un grito ensordecedor resonava en lo más profundo del alma

Un grito ensordecedor resonaba en lo más profundo del alma cuando de pronto, una voz dulce, calmada, cautivadora, soltó un breve murmullo que enlazó su final con una melodía que llegaba de lejos y penetraba con fuerza en el alma. Y pese a la fuerza del grito, que parecía convulsionar los fundamentos del espíritu humano, una especie de paz se instaló por todo igual como la calma se instala en el mar después de una terrible tormenta. Una luz, nacida de un pequeño punto en medio de la oscuridad, se apoderó del entorno haciendo desaparecer el negro intenso que dominaba hasta ahora, cambiándolo por un blanco radiante que no permitía ver más allá. Y la voz seguía dejando su murmullo junto a la melodía mientras el grito ensordecedor restaba sólo en el recuerdo, en el pasado. Intentó fijar su atención en las palabras de la voz, pero eran tan suaves que no conseguía entenderlas. Pero él, lejos de desistir en el intento, escuchó una y otra vez hasta que el murmullo se transformó en canto, hasta que la melodía se convirtió en himno, hasta que el blanco radiante fue un paisaje paradisíaco. Y al fin pudo descifrar las palabras. Palabras propias del más mágico de los encantamientos. Palabras sencillas emitidas con sencillez. Palabras sencillas que decían: ¡te amo!

20 de juliol de 2006

Cuando el sol nos quita... la luna nos devuelve...

¿Qué haríamos sin los sueños? ¿Te imaginas vivir sin soñar, sin desear, sin anhelar? Yo no. Yo sueño a cada momento. Deseo sin cesar. Anhelo a cada latido de mi corazón. Es el motor de mi vida, sin los sueños nada funcionaría en mí. Y sí, ya sé que muchos sueños no se hacen realidad jamás de los jamases. Pero mira, cuando el sol nos quita un suspiro, la luna nos devuelve el aliento para volver a suspirar. Y así, sueño a sueño, vivo los días, saboreo cada instante creyendo que el siguiente será mejor. Que el próximo paso me llevará hasta aquello que deseo. Que los sueños y los anhelos serán realidad. Y que tú, estés dónde estés, aparecerás para cumplir el sueño más soñado. Aquel día seguiré soñando contigo, juntos, sabiendo que aunque el sol nos pueda quitar lo que más deseamos, la luna será la reina de nuestro universo al llegar la noche. Ningún sol podrá impedir que la luna nos haga soñar de nuevo.
18 de juliol de 2006

Habrá que dar tiempo al tiempo

Habrá de dar tiempo al tiempo... Pero no. Aunque le demos tiempo, el tiempo no le devolverá. No le volveremos a ver sonreír. No le volveremos a sentir cerca. No le volveremos a encontrar cuando necesitemos una caricia. No sabremos nunca jamás que es saberse protegido por aquel que te dio la vida. Porque este mismo tiempo al que le pedimos tiempo se lo ha llevado, nos ha quitado una parte de nosotros mismos que no recuperaremos. Y a pesar de todo queremos tiempo para racionalizar unos sentimientos que son difíciles de racionalizar. Nunca lo conseguiremos, nunca aceptaremos la realidad. Siempre quedará una pequeña reminiscencia de incredulidad escondida en nuestro espíritu que dice que nada de esto es cierto, que en cualquier momento aparecerá sonriente y continuará protegiéndonos. Pero no... Tan sólo nos quedan los recuerdos y la certeza que una parte de él sigue viva en nosotros. Por siempre jamás.

12 de juliol de 2006

Y yo que pensaba que ya sabía

Caminamos. Caminamos sin cesar. Caminamos sin tener el tiempo necesario para detenernos, para respirar, para dar aire a la propia vida, aquel aire vital que hace que podemos seguir andando. Pese a ello, pese a no tener tiempo de detenernos lo seguimos haciendo. Caminamos aunque nos falte el aliento. Paso a paso vamos construyendo nuestra historia: con las experiencias, las buenas y las malas; con la convivencia, la que nos hace compañía y la que pone palos a las ruedas; con el amor, aquel que nos hace felices y el que nos hace desgraciados... Y también aprendes a sacar tajada de todo, tanto de lo que ha sido bueno como de lo malo, de las buenas experiencias y de las que más vale no recordar. Aprendes a levantarte una y otra vez cuando caes en las trampas que tu propia vida te pone. Y es entonces cuando piensas “esto no me volverá a pasar”. Pero a veces vuelve a pasar. Nos pensábamos que habíamos aprendido a no tropezar dos veces en la misma piedra pero no, eso no es cierto. Puedes volver a caer en el mismo error: forma parte de la condición humana. Y cuando esto pasa la única cosa a hacer es pensar aquello de “y yo que pensaba que ya sabía y resulta que me equivocaba”. Sí. Nos equivocamos pero seguimos caminando. Siempre. Hasta el día en que el destino o quizás el azar decida que el largo camino seguido ya no es camino sino callejón sin salida.

11 de julio de 2006