No tienes prisa,
pero sí deseo.
Está cerca,
lo sabes.
Como tantas otras noches.
Duerme.
Velas...
Y esperas.
¿A qué?
Sientes la lluvia que pica contra los vidrios
de las ventanas.
El motor de la nevera se pone en marcha
de nuevo
durante pocos minutos que parecen muchos.
Los “crec-crec” de la madera de los muebles
hacen volar la imaginación.
Durante el día no los escuchas
pero por la noche se convierten en monstruos
que deambulan por toda la casa.
Se mueve, se gira.
Esperas.
Parece que ya no llueve.
Tienes la garganta seca.
Te levantas
y a oscuras vas a la cocina.
El agua parece darte nueva energía
para seguir.
Para seguir esperando.
Desde el umbral de la puerta
observas el cuerpo vagamente iluminado,
en la penumbra,
inmóvil.
Vuelves a la cama.
La noche es larga.
Duerme.
Velas...
El ruido de la lluvia
vuelve a hacerte compañía
mientras en tu corazón
llueve silenciosamente.
12 de octubre de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario