Está oscuro y llueve. No hay nadie. Agarro un libro y lo abro por una página al azar. Leo. Después de unas cuántas frases me doy cuenta de que no sé que demonios he leído. Lo cierro y lo dejo sobre la mesa. La mirada se detiene sobre la cubierta con la curiosidad de saber el título. ¿De dónde ha salido este libro? No sabía que lo tenía...
En televisión hacen... ¿Vaya! Acaba de finalizar la película. Es igual, tampoco me apetecía mirarla. Me desnudo y me acuesto. Me gusta la sensación de estar desnudo entre las sábanas. Cierro los ojos. Me concentro en dormir pero el título del libro empieza a sonar una y otra vez en la mente. Como aquel que cuenta ovejas, pero en lugar de los animales es el título que se repite y se repite. Quizás las ovejas hacen dormir pero los títulos de libro no. Estoy desvelado.
Me levanto y miro por la ventana: ya no llueve. Me visto y salgo a la calle. Pasear me irá bien. La calle está desierta. Me alejo de casa respirando el frescor que emana del suelo húmedo. El silencio me acompaña bajo el cielo cubierto de nubes negras y amenazadoras que presagian una buena tromba de agua. Quizás que regrese...
De pronto un rayo atraviesa el horizonte. Un, dos, tres... el trueno da paso a la tromba de agua presagiada que cae de golpe y sin piedad sobre el cuerpo de este pobre indefenso. Inmóvil en medio de la nada miro hacia arriba y grito “¿no podrías haber esperado?”. Nadie contesta...
Y mientras ando de regreso hacia casa, escondida tras las nubes la luna se ríe de mí.
18 de juny de 2006
18 de juny de 2006