sábado, 24 de febrero de 2007

Escondida tras las nubes la luna se ríe de mí

Está oscuro y llueve. No hay nadie. Agarro un libro y lo abro por una página al azar. Leo. Después de unas cuántas frases me doy cuenta de que no sé que demonios he leído. Lo cierro y lo dejo sobre la mesa. La mirada se detiene sobre la cubierta con la curiosidad de saber el título. ¿De dónde ha salido este libro? No sabía que lo tenía...

En televisión hacen... ¿Vaya! Acaba de finalizar la película. Es igual, tampoco me apetecía mirarla. Me desnudo y me acuesto. Me gusta la sensación de estar desnudo entre las sábanas. Cierro los ojos. Me concentro en dormir pero el título del libro empieza a sonar una y otra vez en la mente. Como aquel que cuenta ovejas, pero en lugar de los animales es el título que se repite y se repite. Quizás las ovejas hacen dormir pero los títulos de libro no. Estoy desvelado.
Me levanto y miro por la ventana: ya no llueve. Me visto y salgo a la calle. Pasear me irá bien. La calle está desierta. Me alejo de casa respirando el frescor que emana del suelo húmedo. El silencio me acompaña bajo el cielo cubierto de nubes negras y amenazadoras que presagian una buena tromba de agua. Quizás que regrese...
De pronto un rayo atraviesa el horizonte. Un, dos, tres... el trueno da paso a la tromba de agua presagiada que cae de golpe y sin piedad sobre el cuerpo de este pobre indefenso. Inmóvil en medio de la nada miro hacia arriba y grito “¿no podrías haber esperado?”. Nadie contesta...
Y mientras ando de regreso hacia casa, escondida tras las nubes la luna se ríe de mí.


18 de juny de 2006

¿Porqué pide que hable si soy feliz en silencio?

- No dices nada.
- No sé que decir...
De hecho, quizás no haga falta decir nada. Tan solo restando cerca tuyo en silencio, sabiendo que estás a mi lado, sintiendo el calor de tu cuerpo, notando tu presencia... ¿No lo sientes el silencio cuando estamos así, sin decirnos nada? ¿No sientes cuántas cosas dice este silencio? Escúchalo...










- ¿Qué te parece?

- Di algo...
- ¿Porqué pides que hable si soy feliz en silencio? - Pero...
- Calla!


16 de junio de 2006

No lo creerás

No lo creerás, ¿verdad?, si te digo que todo ha sido un sueño. No lo creerás porque todavía sientes su olor impregnado en tu piel, todavía notas sus dedos enlazados con tuyos, todavía escuchas sus palabras tiernas cuchicheadas en medio del silencio de la noche... No lo creerás aunque veas que no hay nadie al otro lado de la cama, aunque te des cuenta de que estás solo. No lo creerás porque si extiendes la mano y recorres el lugar dónde su cuerpo repuso profundamente dormido, notarás que todavía está caliente. Y ese calor es testigo de su realidad. Pero, por encima de todo, no lo creerás porque si realmente ha sido un sueño, desearás dejar de vivir la realidad de la vida para habitar ese sueño maravilloso dónde los anhelos y los deseos dejan de ser anhelos y deseos y convirtiéndose en sueño dentro del sueño. No, no lo creerás. No, ¡no me lo creo!


14 de junio de 2006

La catedral del cielo y el cielo de la tierra

El calor caía como una losa pesada sobre las piedras centenarias. Contempló con curiosidad la majestuosidad de aquel templo concebido para alabar a un dios que imponía castigos divinos a aquellos que osaban transgredir los diez mandatos de su ley sagrada. ¿Cuántos hombres habrían muerto en aquel intento logrado de levantar el edificio más grande y alto, más imponente, con más nobleza e importancia de la ciudad?

Traspasó el arco de la entrada bajo la inamovible mirada de doce apóstoles de piedra y al cerrarse la gran puerta de madera maciza tras de sí, se encontró en otro mundo. La penumbra dominaba la amplia nave. Las pequeñas llamas de las velas votivas bailaban por todos los rincones produciendo sombras que recorrían columnas y capiteles. El olor a cera quemada e incienso perfumaba el espacio. La humedad producida por las gruesas paredes penetraba el cuerpo en forma de frescor agradable. El ruido de sus pasos resonaba acompasadamente y al detenerse, el silencio lo delató como único visitante.

Se sentó en un banco. Contempló a su alrededor unos instantes y cerró los ojos. Una sensación especial recorrió su cuerpo y, de rebote, su alma. Restó largo rato así, inmóvil y silencioso, con esa sensación especial, sintiendo algo para él inexplicable. ¿Quizás una presencia? ¿Dios? O ¿quizás él mismo?
El calor seguía dominando el exterior. Al salir se sentió huérfano del silencio, de los olores, de la frescura, ¿de Dios? No, no se podía sentir huérfano del dios de aquel templo, porque era un dios que imponía castigos divinos, ¿recuerdas? O ¿quizás aquel dios había dejado paso a otro? ¿Quizás el dios que habitaba ahora era el de la paz interior que había experimentado? ¿Quizás él mismo?

Sus pasos, que ya no resonaban acompasadamente, le alejaban ahora de aquel lugar con la firme convicción de que regresaría. Seguro que volvería. Aquel lugar era la catedral del cielo y el cielo de la tierra. Regresaría.

27 de mayo de 2006

Tan sólo mirándose a los ojos lo supieron

El sol brillaba en medio del cielo salpicado de pequeñas y casi inapreciables nubes. La tarde caía tranquila sobre la playa solitaria. Pequeñas olas rompían en la arena y lanzaban al aire aquel sonido de mar relajante y cautivador. De lo lejos llegaban corriendo dos niños que, furtivamente, habían seguido el camino de la playa en lugar del que llevaba hacia una tarde intensamente aburrida en la escuela. Al llegar cerca del límite del agua dejaron las mochilas que colgaban de las espaldas y en medio de risas y gritos se desprendieron de la ropa dejando sus cuerpos casi desnudos expuestos al calor del sol. Rodeados de sonidos marinos y de sus gritos y risas, se inició una actividad desenfrenada de carreras, saltos, salpicadas de agua, luchas cuerpo a cuerpo... parecían incansables, inagotables. Se sentían libres como nunca lo habían sido. Finalmente, agotados, restaron inmóviles estirados boca arriba sobre la arena contemplando el cielo inmenso que les brindaba una tarde inolvidable. El sol calentaba todavía más sus cuerpos que apenas iniciaban el salto hacia la adolescencia. Una suave brisa les recorría produciéndoles una sensación muy placentera. Las mentes se iban relajando y de la emoción por los juegos, de la excitación de saber que estaban haciendo algo prohibido, pasaron a una paz agradable y tranquilizante. Instintivamente sus manos se fueron acercando hasta tocarse para después unirse y quedar enlazadas en un gesto íntimo. Giraron las cabezas el uno hacia el otro y tan sólo mirándose a los ojos lo supieron: aquella tarde, aquel preciso instante era final y principio. Final de la niñez, preámbulo de una larga vida, y principio de un camino que se les presentaba atractivo, lleno de incógnitas y de aventuras, pleno de sentimientos, pleno de vida.

24 de mayo de 2006

¿Porqué así?

El sol se eleva dominante en este día que amanece radiante, lleno de luz. Tu cuerpo, desnudo sobre la arena húmeda de la playa solitaria, recibe los rayos del astro rey. El calor invade cada centímetro de piel. El rumor del mar, banda sonora de unos instantes de paz, de relax, de desconexión. Los ojos cerrados traen a la mente una imagen, un rostro, un cuerpo también desnudo. La imaginación vuela, vuela más allá de los sueños, de los deseos, de los anhelos. Los ojos se cierran más fuertemente y la imagen se pone en movimiento. El rostro, el cuerpo, también desnudo, se acerca cada vez más para fundirse contigo en un abrazo que se vuelve eterno. Los labios, los brazos, las manos se confunden absortos en un delirante recorrido por las intimidades de cada uno de los cuerpos. El corazón late más intensamente, la respiración acelera su ritmo, el deseo se vuelve ilimitado...

Abres los ojos. El sol sigue enviando sus rayos contra tu cuerpo desnudo sobre la arena húmeda. El mar sigue siendo compañero fiel con su ir y venir. ¿Y la imagen? ¿Dónde está el rostro, el cuerpo también desnudo? ¿Desvanecido? ¿Porqué así? No importa. El sol te envía sus rayos y el rumor del mar te invita a disfrutar de unos instantes de paz, de relax, de desconexión. Sólo debes cerrar de nuevo los ojos. Hazlo y todo sucederá de nuevo como tú desees.


16 de mayo de 2006

viernes, 16 de febrero de 2007

Fiel como siempre

Premeditadamente cierro los ojos y al instante tu mirada, tu palabra, tu sonrisa, tus gestos... invaden la oscuridad creada a conciencia para reencontrarte de nuevo. Es una sensación especial. De paz y tranquilidad. Es saber que por mucho que las tinieblas puedan invadir mi ser, siempre podré cerrar los ojos y una rendija de luz, una llamarada de calor provocada por tu presencia constante en mi mente, me mantendrá vivo y con esperanza para poder levantar de nuevo el vuelo. Es saber que en los momentos de esplendor seguirás a mi lado, sonriendo feliz de verme feliz. Es tener la certeza de que pase lo que pase tu mirada, tus palabras, tu sonrisa, tus gestos... nunca dejarán de ser compañeros de viaje.

Y yo, fiel como siempre, seguiré cerrando los ojos para hacerte presente y tenerte cerca de mi una vez mas.


13 de mayo de 2006

El tiempo pasaba deprisa y la ciudad se esfumaba lentamente

La cometa levantaba el vuelo. Habías soñado tantas veces que el viento la elevaba, que tu cometa era la que más alto llegaba, que sus colores eran los más vistosos sobre el cielo... Y ahora, al fin, el sueño se hacía realidad. El aire que llegaba del mar empujaba la cometa hacia arriba. Tú largabas hilo y más hilo para animarla a subir. Los remolinos la hacían girar haciendo figuras en el espacio abierto. Detrás tuyo el mar que te enviaba su brisa. En frente, la ciudad como fondo recortado de un espejismo deseado. Los ojos se cerraban y la mente volaba tan arriba como la cometa.

Pero cuando sueñas a veces te despiertas de pronto y el sueño se rompe. Igual que el hilo de las cometas. Igual que el hilo de tu cometa. Sí, el hilo se rompió y ahora volaba libre, sin nada que la atara a tierra. Su libertad quería decir que tú perdías tu tesoro preciado. Y tú no querías perderlo. ¡No podías perderlo! E iniciaste una carrera desesperada siguiendo el rumbo dibujado por los colores llamativos y alegres que seguían girando y girando al compás del viento marinero. Y tú corrías para no perderla. Corrías y corrías... El tiempo pasaba deprisa y la ciudad se esfumaba lentamente. Y la cometa cada vez estaba más lejos. Muy lejos...

Finalmente, ya sin ánimo, te detuviste contemplando como allí, en el horizonte huidizo, la cometa desaparecía y tu sueño se esfumaba lentamente.

3 de maig de 2006

Y sin decirse nada se besaron por primera vez

Suena el teléfono: llegaré antes, ¿vienes? El camino es corto pero se hizo eterno. Parecía como si hubiera más tránsito que nunca. Parecía que todos los semáforos habían decidido ponerse rojos a su paso. El objetivo era claro: llegar pronto. Llegar pronto para aprovechar cada fracción de tiempo para estar en su compañía. Llegar pronto para disfrutar de su presencia. Para respirar su aroma. Para escuchar la voz melodiosa. Para contemplar la brillantez de unos ojos cautivadores. Al llegar, los ojos brillaban más de lo habitual. Aquellos ojos decían: ven, acércate que esta mirada es hoy tuya, sólo tuya. Y al cruzarse con los suyos, supo que aquella tarde algo pasaría. De hecho, al recibir la llamada, ya intuyó que nada sería igual a partir de aquel encuentro. Los dos lo sabían...

Hubo pocas palabras, casi ninguna. Quizás un hola, ¿cómo estás? y poca cosa más. Y después un silencio. Un silencio ensordecedor. Un silencio de aquellos que dicen más que cualquier palabra... Y sin decirse nada se besaron por primera vez. El mundo fue de pronto otro mundo. Los deseos se hicieron realidad a pasos gigantescos. Los sueños de ambos se convirtieron en realidad. Se inició un camino sin regreso... Un camino lleno de dudas y problemas, de intimidad, de pasión y alegría. Lleno de intensidad y, incluso, quizás de pesadillas. Lleno de... ¿futuro? Pero con un gran motor impulsor: amor.

El pacto quedó sellado. Y tal y como intuyeron, nada fue igual después de aquel primer beso.

26 d’abril de 2006

La luz sale de dentro de la oscuridad

Ilustración de Estanis Aboal


La luz sale de dentro de la oscuridad. ¡Y tanto que sale! ¿No lo ves? ¡Allí dentro hay una luz encendida! ¿Quién la habrá encendido? ¿Quién habrá obrado este encantamiento que ha hecho que allí dónde sólo había tinieblas ahora queme un fuego de esperanza? Ha de ser alguien con un gran poder. Ha de ser alguien que posee una magia insondable. Alguien capaz de urdir un sortilegio poderoso: encender la llama del deseo, de la esperanza, de la vida... ¿Quién eres, brujo misterioso, que haces que la vida estalle a mi interior? ¿Quién eres? ¿De dónde sale este poder iluminador? Pero... Quizás... No, no puede ser... ¿No serás un ilusionista? ¿No será esta luz que resplandece en la oscuridad sólo una ilusión? ¡No! ¡No quiero! Cerraré los ojos fuertemente. Esperaré unos segundos y después los abriré de nuevo para comprobar que la luz sigue brillando. Que la oscuridad ha desaparecido definitivamente. Que la vida es vida de nuevo. Que el amor vuelve a ser bandera enarbolada. Y que tú, mi brujo, mi ángel, sigues iluminando mi camino. Cierro los ojos... Uno, dos y...

22 de abril de 2006

jueves, 15 de febrero de 2007

Implícate de una vez

Ilustración de Estanis Aboal


No te decides. Siempre te quedas a un paso. Nunca lo haces pese al deseo feroz que te acompaña, pese a ese fuego que te quema por dentro, pese a la pasión con que lo vives en tus sueños. Te quedas en las puertas sin saber que hay en el otro lado. Te quedas con las ganas de saberlo. ¿Porqué pues soñar? ¿Porqué tomar según qué decisiones si después no eres capaz de llevar a cabo los propósitos? ¿Qué es lo que te da miedo? ¿Equivocarte? ¿O quizás te da miedo acertar? ¡Implícate de una vez! Implícate en tus sueños, en tus deseos, en tus anhelos... ¡Hazlo! Arriésgate a equivocarte. Que nunca puedas sentir aquella vocecita maldita que resuena en la mente y dice: "Si lo hubiera intentado, ¿qué habría pasado? ¿Y si me hubiera arriesgado?" No hay nada peor que pasarse la vida lamentándose. Y si para implicarse hace falta comerse el fruto prohibido... ¡Hazlo! El paraíso continuará siendo paraíso y la rueda del tiempo seguirá girando hagas lo que hagas.




19 de abril de 2006

No la toques más que la rosa es así

Ilustración de Estanis Aboal


No la toques más, que la rosa es así. Que su fragancia es sublime, el rojo de sus pétalos exhala pasión y su tacto de terciopelo se antoja sensual a los dedos que la acarician. No quieras transformar su aroma. No quieras cambiar su color. Déjala tal y como es, que mi alma canta su perfección, aclama su belleza, proclama sus virtudes. Que mi espíritu la busca con deleite para disfrutar a cada instante de este regalo de la creación que es el elixir de la propia existencia humana. Que su imagen es la imagen de mis sueños más íntimos.



Es el icono del amor que todo lo mueve. Es el símbolo del amor que rige el mundo, del amor que rodea la vida, del amor... ¿Es que quizás no es esa suficiente razón para dejarla tal y como es? ¿Porqué, pues, transformarla? ¿Porqué transformar el amor? ¿Porqué deshacer su pureza para adaptarla a vete a saber qué? ¿Porqué no, disfrutarla en estado puro? ¿Amor en estado puro...?

No lo toques más, que el amor es así.

5 de abril de 2006

La leyenda del reloj

Ilustración de Estanis Aboal


El tiempo pasa lento y constante. La arena cae como un hilo eterno que no tiene fin. Se escapa de entre los dedos para engrandecer la playa indescriptible del espíritu, la gran playa del alma. Es el gran reloj del vivir. Inmenso, intenso, apasionante, único... La fe del ser humano. El Dios de la vida. El Dios de las palabras, de los hechos, del amor. Siempre el amor...

Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac.

Segundos, minutos, horas, días, semanas, años... Tic-tac. Granito a granito. Tic-tac. Tic-tac. Compartiendo, amando. Ofreciendo y recibiendo, amando. Viviendo cada instante, amando. La leyenda de la vida. La leyenda del reloj. La leyenda del amor. Siempre el amor...

Y como si de un pájaro se tratara, de en medio de la arena de este gran reloj, de cada aliento de vida, levanta el vuelo la experiencia que traza los caminos de un devenir que a veces se antoja incierto. Es el fénix que ilumina el paso hacia un futuro marcado por un carpe diem que es el grito de una filosofía donde complicarse la vida es la clave del triunfo del amor, siempre el amor, que es el tesoro más valioso de la existencia humana.



25 de marzo de 2006

LA CIUDAD RUIDOSA

Ilustración de Estanis Aboal


No importa donde sea si tú estás conmigo. No importa lo que pase si tú estás conmigo. No importa si es de día o de noche, si estoy en una playa desierta o en la ciudad ruidosa, si llueve o si hace sol... no importa si tú estás.
No importa ser vagabundo si tú formas parte de esta rueda que gira y gira y siempre gira alrededor del mundo. Que a cada paso que yo dé tú estarás a mi lado.

¿Y si no estás? Si no estás no importa dónde esté o lo que pase. No importa si es de día o de noche, en la playa, en la ciudad, con lluvia o con sol. No importa si tú no estás.



No importa ser vagabundo si tú no formas parte de esta rueda que gira y gira y siempre gira alrededor del mundo. Que a cada paso que dé será una oportunidad de encontrarte de nuevo a mi lado.



19 de març de 2006

La melodía llega de lejos

Ilustración de Estanis Aboal


La melodía llega de lejos. Me atrae, me llama... Me llama y voy, me acerco... La voz invade mis sentidos y me guía hasta llegar a la fuente de donde brota. Un niño de ojos verdes y cabellos dorados canta la canción. Su cuerpo, pequeño, parece frágil e indefenso, pero la fuerza de su canto lo transforma en David frente a cualquier Goliat. Lanza al aire las notas acertando de pleno su objetivo: el alma de aquellos que han osado dejarse seducir, embriagar, poseer...



Cierro los ojos, abro los sentidos y me dejo columpiar, envolver, enternecer, dominar... El bello niño canta la melodía y yo me dejo transportar por los caminos de las emociones más sublimes.

10 de marzo de 2006

Hoy llueve sobre el mar

Ilustración de Estanis Aboal


Salgo de casa. Mis pies inician un camino sin un destino concreto. A pesar de eso, sé con toda seguridad hasta donde me llevarán: al mar. Siempre que me siento así, me llevan. ¿Qué como me siento? No sé que decir... Quizás indiferente es la palabra idónea. Otras veces me he sentido acongojado, contento, enamorado, solo... pero ahora creo que es la indiferencia quien habita mis sentimientos. De hecho, siempre acabo yendo hasta el mar, me sienta como me sienta. Tomo la calle que me lleva directamente a la playa. Siento el olor tan característico del agua de mar (esa olor me transporta a otra dimensión...) Veo el horizonte como se dibuja ante mis ojos: hoy llueve sobre el mar. Con la mirada clavada en este horizonte llego hasta el límite que me permite mantener los pies en tierra firme. Las olas que rompen ante mí parecen querer agarrarme, rodearme, llevárseme, tragarme... Pero no podrán, ahora no. Quizás en otros momentos, aquellos en que la angustia y la soledad dominaban por encima de todo, si que me he sentido ahogar. Pero ahora no, aunque hoy llueva sobre el mar.

Sí, llueve sobre el mar y el viento húmedo me rodea. El sonido del agua picando contra la arena me rodea. La imagen del cielo cubierto de nubes que se fusiona con el mar en el horizonte me rodea. Es como un encantamiento. Yo camino siguiendo la marca dejada por el agua en la arena con el espíritu lleno de indiferencia. Pero esta indiferencia se va transformando poco a poco en serenidad, en paz interior, en un momento especial. La fórmula mágica ha obrado su resultado.

Hoy llueve sobre el mar y la serenidad arraiga profundamente a mi espíritu.



8 de marzo de 2006