El sol se eleva dominante en este día que amanece radiante, lleno de luz. Tu cuerpo, desnudo sobre la arena húmeda de la playa solitaria, recibe los rayos del astro rey. El calor invade cada centímetro de piel. El rumor del mar, banda sonora de unos instantes de paz, de relax, de desconexión. Los ojos cerrados traen a la mente una imagen, un rostro, un cuerpo también desnudo. La imaginación vuela, vuela más allá de los sueños, de los deseos, de los anhelos. Los ojos se cierran más fuertemente y la imagen se pone en movimiento. El rostro, el cuerpo, también desnudo, se acerca cada vez más para fundirse contigo en un abrazo que se vuelve eterno. Los labios, los brazos, las manos se confunden absortos en un delirante recorrido por las intimidades de cada uno de los cuerpos. El corazón late más intensamente, la respiración acelera su ritmo, el deseo se vuelve ilimitado...
Abres los ojos. El sol sigue enviando sus rayos contra tu cuerpo desnudo sobre la arena húmeda. El mar sigue siendo compañero fiel con su ir y venir. ¿Y la imagen? ¿Dónde está el rostro, el cuerpo también desnudo? ¿Desvanecido? ¿Porqué así? No importa. El sol te envía sus rayos y el rumor del mar te invita a disfrutar de unos instantes de paz, de relax, de desconexión. Sólo debes cerrar de nuevo los ojos. Hazlo y todo sucederá de nuevo como tú desees.
16 de mayo de 2006
Abres los ojos. El sol sigue enviando sus rayos contra tu cuerpo desnudo sobre la arena húmeda. El mar sigue siendo compañero fiel con su ir y venir. ¿Y la imagen? ¿Dónde está el rostro, el cuerpo también desnudo? ¿Desvanecido? ¿Porqué así? No importa. El sol te envía sus rayos y el rumor del mar te invita a disfrutar de unos instantes de paz, de relax, de desconexión. Sólo debes cerrar de nuevo los ojos. Hazlo y todo sucederá de nuevo como tú desees.
16 de mayo de 2006
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