Los ojos siempre miran adelante. En todo momento, pese a las adversidades surgidas en ocasiones. La máxima es vivir al momento con la mirada puesta en el futuro. El pasado sólo es eso: pasado. Pasado y experiencia, sin duda.
Pero hoy, paseando en solitario por las montañas, bajo un cielo negro amenazador, protegido por tres capas de ropa para evitar el frío pese a estar en pleno verano, sin previo aviso y como si fuera una losa pesante, los años, el pasado cae sobre ti. Y te sientes como nunca te habías sentido: mayor. Ves el pasado y te imaginas el futuro: el mismo lugar, el mismo cielo, el mismo frío, año tras año. Y tú, siempre solo.
La lluvia hace acto de presencia y apresuradamente buscas refugio. ¿Porqué? ¿Porqué ahora? No importa. Quizás ha sido sólo un mal momento. Espera a mañana: el cielo es más reluciente tras la lluvia. Seguro que entonces mirarás de nuevo hacia adelante.
26 de agosto de 2006
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