Todo se desvanece.
Un nudo se apodera de la garganta.
Un nudo que aprieta.
El estómago se encoge.
Quieres gritar.
Gritar....
¿De qué servirá?
Pero, ¿porqué no?
¡Grita!
¡¿Dónde estás ahora?!
Silencio.
Es la única respuesta.
Silencio.
Y en tu mente gira y gira la pregunta:
¿Porqué?
Tampoco hay respuesta.
Silencio.
Nada.
31 de agosto de 2007
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