Los niños corrían descontrolados de una banda a la otra. Parecían poseídos por alguna clase de espíritu maligno. Sus gritos penetraban como si fueran puntiagudas lanzas por los oídos y parecían perforar el cerebro hasta atravesarlo completamente. La fatiga sólo mermaba las fuerzas del pobre chico que luchaba por mantener la pelota en su poder. ¿Es que quizás aquella pandilla de monstruos estaban vacunados contra el cansancio? Su grito de guerra seguía resonando por todo:
- ¡Me toca a mí, me toca a mí!
Finalmente el chico se dio por vencido y envió la pelota, con las pocas fuerzas que le quedaban, lo más lejos que pudo. Y los niños, al igual que un lobo hambriento, se lanzaron a una lucha enloquecida por conseguir el preciado tesoro.
* Basado en un hecho real...
25 de octubre de 2007
- ¡Me toca a mí, me toca a mí!
Finalmente el chico se dio por vencido y envió la pelota, con las pocas fuerzas que le quedaban, lo más lejos que pudo. Y los niños, al igual que un lobo hambriento, se lanzaron a una lucha enloquecida por conseguir el preciado tesoro.
* Basado en un hecho real...
25 de octubre de 2007
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