domingo, 6 de abril de 2008

Una oportunidad

- ¿Qué necesitas? Di, ¿qué quieres?

El chico bajó la mirada mientras un rubor incontrolable invadía sus mejillas. Sintió una necesidad imperiosa de ir al lavabo. Siempre le pasaba igual: cuando vivía una situación que lo superaba le venían ganas de hacer pipí. Su pensamiento se concentró exclusivamente en intentar retener las ganas. Tenía que aguantar hasta que acabara el discurso que lo conminaba a expresar sus necesidades.

- Ir a mear – pensó – Eso es el que necesito.

Las piernas empezaron a hacer movimientos destinados a evitar el desastre. Instintivamente las manos viajaron hasta la entrepierna. Haciendo presión allí bajo conseguía resistir más rato. Y la voz seguía hablando y hablando. Ya era incapaz de descifrar lo que decía. En la mente sólo resonaba su propia voz diciendo: aguanta, aguanta, aguanta... Cerró los ojos, como si así pudiera hacer más fuerza, y al abrirlos unas lágrimas, provocadas por esta fuerza, se deslizaron por su rostro.

- No llores ahora, que ya no eres un niño.
- Si no lloro...
- Tan sólo te pido que hables, que digas lo que te pasa. Tienes una nueva oportunidad para expresar tus necesidades
.

Expresarse, esto es lo que debía hacer.

- ¿Expresar? ¿Eso es lo que quieres? – pensó – muy bien, tú lo has querido.

Y esto hizo, expresarse.

- ¡Quiero mear!

Y a la vez que el grito desesperado salía de su garganta, las piernas iniciaban la carrera, también desesperada, para aliviar la presión que sentía a su interior.

18 de octubre de 2007

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