domingo, 6 de abril de 2008

No tropieces con las alcachofas

Andaban a oscuras por aquel largo pasillo. Sabían que no tenían la posibilidad de prender la luz porque aquello los delataría. Pero también sabían dónde estaban, por dónde pasaban. Lo habían recorrido muchas veces con luz: un pasillo inacabable, con puertas a ambos lados, nada más.

- Vigila, no tropieces con las alcachofas - murmuró su compañero de aventuras.

- ¿Qué dices? - preguntó.

- Qué vigiles, qué podrías tropezarte con las alcachofas - repitió.

¿Pero qué estaba diciendo? ¿Alcachofas? Aquel pasillo estaba totalmente vacío, no había peligro de tropezarse con nada. Pensó en la advertencia de su compañero.

- Tranquilo, las tengo localizadas las alcachofas - dijo sin levantar la voz - Espero que no nos ataque ningún mamut hambriento - añadió.

- Seguro que si está hambriento se comerá primero las alcachofas.

Y poco a poco siguieron atravesando la oscuridad que los rodeaba por todas partes.


29 de noviembre de 2007

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