Me muevo por aquella línea
que jamás se debe traspasar.
A veces me gusta hacerlo,
a veces necesito hacerlo
para sentir el aliento fresco de vivir,
para sentir el riesgo de vivir.
Dirijo mis pasos sobre ella
sabiendo que un solo paso en falso
te puede hacer caer al abismo.
Pero controlo, sé que no llegará
este paso en falso,
que regresaré al camino plano y seguro
tras la aventura.
Pero ahora...
Ahora siento el deseo
que alguien me dé un empujón
y me haga caer
al otro lado.
Ahora deseo traspasar la línea.
Pero la cordura
llegará puntual una vez más
para evitar ese paso
y dejarme sin saber
que seria de mí
más allá de esa línea,
la que no se debe traspasar.
27 de febrero de 2011
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